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Año 20-20

De 1970 a 2019 hemos vivido acontecimientos que han marcado la historia y han cambiado en algo la vida, puedo mencionar desde la aceptación de la “Carta de los Derechos y Deberes Económicos” por la ONU, el huracán Carolina, la crisis económica del 77, la expropiación de la banca, el terremoto del 85, la devaluación del peso mexicano, la caída del muro de Berlín, el eclipse total de sol del 91, el fallecimiento del Juan Pablo II el Papa más querido de la historia, la llegada del PAN a la presidencia, el huracán “Isidoro” y “Wilma” en 2002 y 2005 respectivamente, la guerra contra el narcotráfico, la paranoia del fin del mundo en 2012 según las profecías mayas, el regreso del PRI a la presidencia y posteriormente la llegada de “Morena” a la misma, acontecimientos de gran relevancia para la humanidad en donde se pusieron en juego la estabilidad política, social económica y natural.


Ahora, aún es inseguro e incierto hablar de este año. Apenas ha transcurrido el primer trimestre y hemos presenciado: incendios forestales de gran magnitud, inundaciones, terremotos, erupciones, rumores de guerra y por si fuera poco la angustia, la zozobra, la desolación, el miedo y la incertidumbre se ha apoderado de casi todos los seres humanos con vida que habitamos el planeta; y digo casi todos porque, el año comenzó con la noticia de una nueva enfermedad la cual apareció en Asia, se dice que, por consumir sopa de murciélago. Sin embargo, la verdad no se sabe a ciencia cierta. Lo que si es cierto, es que esta enfermedad se ha propagado poco a poco y por todo el mundo, convirtiéndose rápidamente en una pandemia, dejando a su paso miles de fallecidos y por lo tanto, huérfanos, familias en duelo, tristeza y soledad en parejas, amigos, colegas y vecinos.




Unido a lo anterior, han sido tantos los acontecimientos que han surgido paralelamente y de la mano de esta enfermedad, que el futuro de los países, los pueblos, las comunidades, las familias y las personas se queda pendiendo de una inestabilidad preocupante, pues la economía personal y familiar se ha puesto en juego por una cuarentena mundial que se va alargando poco a poco.


La economía en todo el planeta se ha visto fuertemente golpeada pues la bolsa mundial ha caído, el precio de la gasolina ha bajado, al igual que el petróleo; el valor del dólar está por las nubes. La gente de los países de primer mundo muere a mares y los de países subdesarrollados, sufren las inclemencias de sus gobiernos frívolos y despiadados en donde les importa más el pago oportuno de contribuciones que las carencias que este resguardo involuntario pueda ocasionar al pueblo. La gente aunque se dice fuerte y en calma, por dentro tiene miedo en doble partida pues las posibilidades vistas desde la peor perspectiva son de morir de hambre o morir por la enfermedad.




Y de esta manera casi se detuvo el mundo: los teatros sin aplausos, salones de baile sin ambiente, escritorios vacíos, pupitres sin risas ni tareas, calles sin pasos. La actividad económica se redujo a la mitad, siendo las grandes empresas las que llevan la ventaja. Para muchos, los sueños y planes han quedado suspendidos en una pausa interminable, esos proyectos que por algún motivo se habían estado postergando, el viaje deseado desde la infancia, eso que estaba a punto de volverse realidad, se ha desvanecido pues los ahorros de toda la vida, destinados para ese fin, han tenido que salir de la alcancía para hacerle frente a la situación sanitaria que nos aqueja, dado que las personas se han quedado sin ingresos por falta de actividad económica debido al confinamiento y los gastos para la subsistencia básica que deben ser cubiertos. Para otros, los sueños simplemente se han esfumado de la misma manera en que han entregado su último aliento víctimas de esta pandemia.


En realidad esta situación nos ha arrebatado el motor más poderoso que tenemos: el amor. El gobierno ha establecido algo que le llama: “Su sana Distancia”, lo cual se entiende como guardar distancia entre las personas, sin abrazos, sin besos, además el uso de un cubre bocas que no permite ver los gestos de las personas al hablar, hace aún más impersonales las relaciones.





Se extraña la calidez de los brazos que nos reparan el alma, el sonido del latido del corazón de las personas que amamos: ese sonido que nos alegra y conforta, no está a nuestro alcance, esas charlas que nos liberan y despejan de nuestros monstruos y nuestro estrés con la cercanía de quien nos brinda más confianza en torno a una taza de café, ahora no es posible.




Los más vulnerables por carencias económicas, aquellos que viven al día, se ven en una batalla doble para no resultar infectados en su necesidad de conseguir el pan que llevarán a la mesa de su familia. Quienes se encuentran en mejor posición logran sobrellevar el encierro ocupando su tiempo en pendientes personales y del hogar postergados por sus labores y compromisos de rutina. Se aprovechan las facilidades para viajar sin salir de casa con paseos virtuales de lugares y museos que en la cotidianeidad no es posible disfrutar y ahora a través de una pantalla se pueden apreciar. Otros, aprovechan para pensar, meditar y reconocerse como seres humanos imperfectos pero invaluables.


Esta situación nos está permitiendo valorar la importancia de las relaciones con las personas que nos rodean y con el medio ambiente al que pertenecemos. Otros aprovechan la situación para leer, descubrir música maravillosa, escribir, ejercitarse o aprender algo nuevo. Sin embargo y como lo he mencionado, quienes no tienen las posibilidades o los medios intentan distraerse de alguna manera para que sean más llevadero estos tiempos, y por supuesto están aquellos que se encuentran en el ojo del huracán esperando noticias o pidiendo la oportunidad de despedirse de quienes ya han partido. En estas circunstancias y dentro de tanto miedo, desconcierto o dolor, no todo es malo: la naturaleza está teniendo un respiro, los animales silvestres no se sienten amenazados y el milagro de la vida se da de manera natural y de ello he sido testigo, pues en el jardín una pareja de colibrís han decidido formar su nido en uno de los limoneros que en esta fecha está realmente frondoso. Todos los días lo van construyendo de ramitas y pelitos de la mascota de casa para brindar un lugar acogedor y seguro a su nueva cría que ya se encuentra dentro del huevito que han depositado. Así de esta manera tan cruda y natural gracias a un virus que no es otra cosa más que un núcleo ácido ribonucleico y una membrana lápida glicoproteína de la que sobresalen varias proteínas con distintas funciones y que es altamente mortal, nos estamos dado cuenta de que las fronteras geográficas y las diferencias sociales por raza, credo o condición son impuestas; no por la naturaleza sino por la mano de los humanos. Que la vida y la naturaleza es maravillosa, pero todo pende de un hilo y en un solo parpadeo todo cambia y todo puede terminar. También confirmamos que somos seres vulnerables y diminutos, por lo tanto, es imperante dar mayor valor a la vida que a las posesiones materiales las cuales pierden su valor si perdemos la vida o a las personas que más amamos. Que somos piezas de la maquinaria que da sentido al planeta y no somos dueños de él. Por último y de mayor importancia reiteramos qué "el amor” es el motor que mantiene la estabilidad y la armonía de nuestra existencia".



Abril2020



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